domingo, 9 de abril de 2017

Del dolor también se aprende.

Dolor...ese sentimiento que llega con la misma intensidad con la que poco antes llegó la felicidad, y azota con brusquedad.
Dolor...es señal de que sentimos, y si sentimos, vivimos. Porque quien no siente, no ama, y quien no ama, no vive.
Dolor...aprendemos de él. Maduramos con él.
Aprendemos que no todo en la vida tiene un sentido, y si lo tiene, nos enseña a descubrirlo con el tiempo.
Dolor...nos enseña que toda herida cicatriza, y que las cicatrices no tienen por qué doler, pero son huellas que permanecerán inmóviles el resto de nuestra vida. Dolor...que también nos enseña a convivir con esas huellas.
Dolor...que nos enseña a convivir con la ausencia de quienes ya no están, quienes se marcharon por voluntad propia, y quienes la vida alejó de nosotros.
Dolor...que nos enseña que no es amor todo lo que reluce, que el corazón no se le entrega a cualquiera.
Dolor...que nos ayuda a madurar. Y maduramos cuando aprendemos a vivir con ausencias, cuando cultivamos la paciencia para sanar las heridas de nuestro alma, y cuando asumimos que la vida, por sí sola, no tiene un sentido. Que el sentido a la vida, se lo damos nosotros mismos.
Dolor...que tanto hieres, dueño de tantos mares de lágrimas, de corazones cabalgando entre la vida y la muerte...De tí, también se aprende.

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